Santiago de Chile.
“Radiestesia : En la búsqueda del Habitat Ideal.
Cuando hablo de Radiestesia, la mayoría de las personas me dicen: -“Radies…qué!!” porque es una técnica poco conocida en Chile, salvo la búsqueda de agua en los campos. Sin embargo, tiene una importancia fundamental en la salud, y para ello les transcribo este artículo publicado por el Presidente de la Sociedad de Radiestesia de Chile, el conocido periodista Sr. Juan Guillermo Prado Ocaranza.
“Sin saberlo, energías negativas en nuestros propios hogares pueden ser la causa de conflictos, enfermedades y… hasta la propia muerte. CON PÉNDULOS Y VARILLAS Pero, ¿cómo percibir estas sutiles energías que nos dañan? Aquí irrumpe la radiestesia, denominación que viene del latín “radius”, en su acepción de radiación, y del griego “aisthesis”, sensibilidad.
Para ello se utilizan péndulos y varillas, instrumentos radiestésicos que se usan como amplificadores de esas radiaciones sutiles que somos incapaces de percibir y que causan diversos males y problemas a quienes conviven con ellas. Esta es una antigua ciencia conocida en muchas culturas del orbe. El caso más conocido de utilización de la radiestesia es en el campo cuando campesinos que en sus manos portan sendas horquetas o varillas detectando lugares bajo de los cuales hay corrientes de agua. Lo que sucede no es nuevo. Los primeros antecedentes que existen se remiten al Imperio Celeste. Se sabe que antiguos edictos de dicho Imperio, pretérita denominación de China, prohibían la construcción de viviendas o establos en aquellos sitios considerados nocivos. Geomantes o conocedores de la tierra debían determinar si en aquellos lugares existían las “venas del dragón” o “salidas de los malos espíritus”, denominación que daban a las zonas donde existen corrientes telúricas malsanas para los seres vivos. Se cuenta que el emperador Yu, de la dinastía de los Hia, tres mil años antes de Cristo, fue uno de los más importantes practicantes de esta ciencia. En excavaciones realizadas en el Valle de los Reyes, en Egipto, se han descubierto varillas e instrumentos muy parecidos a los péndulos por lo que se deduce que también este pueblo se dedicó a la radiestesia. VARIEDAD DE PENDULOS. En la Biblia y otros textos sagrados hay diversas alusiones al uso de las varillas, señalándose que Moisés buscó agua en el desierto con este arte. El propio apóstol Pablo escribió que dicho patriarca judío “estaba instruido en todas las ciencias y los secretos de los egipcios”. Griegos y romanos también fueron aficionados a esta práctica. Entre los sacerdotes de la Roma imperial era frecuente el uso del péndulo y la varilla para hacer sus vaticinios. Los druidas celtas también poseían esta facultad para encontrar los manantiales subterráneos sagrados que veneraban y en el cruce de ellos levantaban menhires. En la Edad Media se usaba para la detección de vetas metalíferas.
Todo indicaría que en el Perú precolombino esta técnica también fue conocida. En una roca se encontró una figura que sostiene entre sus manos una vara horquillada. Es posible que fuera un conocimiento que detentaban los sacerdotes del culto al Sol. Además, se han encontrado en tumbas, péndulos con cierto parecido a los utilizados por los geomantes chinos. LA SENSIBILIDAD DE LOS ANIMALES. Aun hoy, ciertas tribus nómades del Medio Oriente instalan su campamento, al atardecer, allí donde los animales se tumban a descansar. Ellos están conscientes de que los animales son muy sensibles a las energías telúricas y buscan los mejores sitios.
Todo ser vivo tiene la sensibilidad para captar esas energías telúricas que pueden hacer bien o mal para la salud. Hay diversos estudios en Europa y Estados Unidos que indican que las radiaciones producidas por alteraciones geológicas, cruces o napas de agua subterráneas pueden producir cáncer, especialmente al hígado y al páncreas, reumatismo, epilepsia u otras enfermedades, especialmente en aquellas personas que duermen sobre esos lugares radiados.
Los animales y las plantas nos sirven para saber que lugares son buenos o malos para la salud. Se ha verificado que a ciertos animales las radiaciones negativas les resultan molestas y las esquivan, como es el caso del perro, del ganado equino, bovino, ovino, caprino, de las aves de corral y de pequeños roedores, estos últimos muy utilizados en estudios biológicos con este fin.
En una investigación realizada en Suiza, que tuvo cinco años de duración y utilizando en total 24.000 ratones, se estudió el comportamiento de éstos en zonas telúricas malsanas, demostrando la aparición de síndromes múltiples de neurosis, además de una ostensible reducción de la fertilidad con respecto a roedores libres de esas energías. En cambio, el gato, ciertas variedades de hormigas, las lechuzas y las abejas, entre varias otras especies, sienten agrado por esas radiaciones “fuertes” y se ubican con preferencia en estas zonas.
En Alemania, por ejemplo, numerosos apicultores instalan sus colmenas sobre franjas que emiten radiaciones negativas, asegurando que allí se obtiene mayor abundancia de miel y de mejor calidad.Un gato que permanece sobre una cama es indicio que allí hay energías malsanas que pueden afectar nuestra salud . Las plantas, a su vez, brindan un panorama informativo similar. Los signos más característicos de árboles ubicados áreas radiadas son: troncos torcidos, grandes rajaduras profundas a lo largo de su corteza, tumoraciones en tronco y ramas, pérdida masiva espontánea de savia y otros fenómenos irregulares. También en este caso existen plantas, a las cuales les afectan las zonas geopatógenas, en cambio otras especies mejoran su desarrollo sobre ellas.
Entre los árboles la casi totalidad de las especies frutales, los abedules y los pinos, por nombrar algunos, son muy sensibles. Por su parte los robles, los sauces, los castaños, los helechos y los cardos crecen con mayor vigor sobre esas áreas negativas. En síntesis, la naturaleza misma nos indica cuales son lugares adecuados para construir nuestras viviendas y cuales son las zonas inapropiadas.
El estudio de la fauna complementa las observaciones. Por ejemplo, las golondrinas, las hormigas o las avispas suele anidar sobre lugares de energías negativas. La presencia de musgos en la parte inferior de las paredes es también un excelente indicador. Las energías telúricas pueden ser incluso sentidas a gran altura si se trata de un edificio.
COMO PREVENIR EL CANCER.
La existencia de casas proclives a enfermar de cáncer a sus moradores fueron detectadas en 1932 por las rigurosas investigaciones del barón Von Pohl, que estudió la incidencia del cáncer en la pequeña población alemana de Vilsbiburg, encontrando que en sólo cinco casas se habían producido 190 casos de cáncer a lo largo de 21 años, todas estaban situadas en la vertical de una importante vena de agua subterránea. Más tarde, similares resultados obtuvo el doctor Picard en la localidad francesa de Moulins estudiando 282 muertes por cáncer.
Pero, no sólo las corrientes de agua subterráneas son las causas que afectan a las personas en el interior de sus domicilios, tales como fallas geológicas en el terreno, depósitos subterráneos con desechos orgánicos, suelos impermeables, aire ionizado aprisionado en chimeneas obstruidas o en paredes herméticamente cerradas con huecos entre ellas.
La existencia de estas fallas puede causar: enfermedades inexplicables, cansancio, insomnio, depresiones, peleas familiares atípicas, presencia de insectos y humedad ascendente en paredes. A ello hay que agregar la existencia de torres de alta tensión. Se ha calculado que las casas deben estar a un metro de distancia por cada mil volts.
FORMA DE UTILIZAR LAS VARILLAS RADIESTESICAS.
No es bueno que las casas estén situadas sobre lo que fue un cementerio o frente a ellos. La gente sufre diversos problemas. Es curioso pero la Iglesia Católica antes de construir un templo hace un estudio de cien años o más de lo que había antes allí, si alguna vez hubo un cementerio simplemente no construye. Los judíos, señala el Talmud, deben lavar las suelas de los zapatos cuando concurren a un cementerio.
Es frecuente que a las casas se lleve tierra de cementerios pues muchas veces se compra tierra de hojas y no se sabe su procedencia. La ciudad de Santiago está contaminada con esta tierra de hojas que, por mi conocimiento y de otros expertos, trae ruina, enfermedad, sufrimiento y muerte.
No sólo ello hay mucha gente que colecciona cacharros arqueológicos cuya procedencia muchas veces se ignora y posiblemente contengan tierra de cementerios, que está asociada a una energía incompatible con los seres humanos.
Además, se ha comprobado que la Iglesia ha construido templos en zonas geománticas que producen efectos positivos, donde es posible el encuentro con la divinidad. Así ha ocurrido con la catedral de Toledo, el monasterio de Montserrat o Santiago de Compostela en España; la abadía de Westminter, en Inglaterra; las catedrales de Chartres y de Reims, en Francia; el domo de Milán, en Italia o el Monte Athos, en Grecia. Curiosamente algunos de los más destacados radiestesistas iberoamericanos son sacerdotes, como el jesuita José María Pilón, en España, Joao Almendras, en Brasil o el padre argentino Ricardo Luis Gerula, quien ha realizado talleres en nuestro país.
La aplicación de esta antigua ciencia es inmensa. En el transcurso de la guerra de Vietnam el ejército de los Estados Unidos entrenaba a sus soldados en la detección de minas y túneles ocultos. En la desaparecida Unión Soviética tras la explosión del centro nuclear de Chernobyl se usó para detectar la radiación en aquellas especies vegetales que por sus pequeñas cantidades de radioactividad no podían ser descubiertas con los instrumentos convencionales. Actualmente, en Rusia se enseña en institutos de prospección geológica, bajo el nombre de biolocación.
Muchas naciones europeas tienen leyes que exigen la certificación radiestésica del sitio elegido como un elemento previo a la autorización de construcciones de viviendas, edificios y otros inmuebles.
En la década del ’60, el físico nuclear francés Yves Rocard, comprobó que un 80 por ciento las personas tiene capacidades radiestésicas latentes. En la década del ’80, en los Estados Unidos, los profesores Chadwick y Jansen, del Laboratorio de Investigación Hidrológica de la Universidad de Utah confirman los resultados de Rocard en experimentos realizados con 150 estudiantes”.